domingo, 30 de noviembre de 2008

Valencià, més que una llengua


Quién le iba a decir a la editorial alcireña Bromera que en 1988 cuando decidieron crear unos premios literarios con la finalidad de fomentar el uso del valenciano se iban a convertir, 20 años después, en uno de los certámenes más importantes de España.
En Otoño, la cita. Y Alzira, el lugar.
Los premios literarios Ciutat d'Alzira se dividen en seis categorías. Por un lado, el premio de novela con una dotación de 36.000 euros, el de poesía Ibn Jafadja con 6.000 euros de premio y el XII Premio de narrativa juvenil patrocinado por Bancaixa con un premio de 14.500 euros. Otros de los premios son: el XIII Premio Europeo de Divulgación Científica dotado de 18.000 euros y patrocinado por la Universitat de València, el IX Premio de Ensayo de la Mancomunitat de la Ribera Alta con un premio de 9.000 euros y el XII Premio de Narrativa Infantil de Vicent Silvestre donde los participantes optan a los 3.500 euros en un galardón que patrocina la editorial Bromera.

Josep Ballester
Este año y, por primera vez en 20 años, el premio de novela Ciutat d'Alzira se ha quedado en casa. El alcireño Josep Ballester recogió el pasado 14 de noviembre el premio de novela Ciutat d'Alzira, el galardón por su novela El col.leccionista de fades. Una novela de intriga donde el lector irá descubriendo la intimidad de un joven profesor de matemáticas , que siente una gran atracción por los niños, a través de las cartas que éste le escribe a Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis.

Més enllà dels somnis
130 kilómetros separan Alzira de Monòver, una localidad perdida entre las montañas del interior de la provincia de Alicante. Seguro que estarán pensado, ¿qué tiene esto que ver con Alzira y con los premios literarios?
Bien. Mucho. Y es que una compañera de 3.º de Periodismo de la universidad Miguel Hernández se presentó a los Ciutat d'Alzira en la modalidad de novela. Lydia Yuste, con su primera novela, Més enllà dels somnis se presentó al certamen alcireño porque "es uno de los premios más importantes del país valenciano, me gusta mucho escribir, y más si es en mi lengua", afirmó la estudiante monoverina. "Sabía que no iba a ganar puesto que se presentan grandes escritores con una larga experiencia en el mundo de las letras, pero es una experiencia más que no dudaré en repetir en próximas ediciones", añade Lydia Yuste.

20 años desde que Bromera decidiera crear un certamen humilde que reconociera el valor de la cultura valenciana, que ayudara a que no cayera en el olvido. Ahora, se ha convertido en cita obligada para los grandes escritores valencianos y que llena de orgullo a la ciudad. Quién le iba a decir...



miércoles, 26 de noviembre de 2008

Khalid Lafichar


Abandonó Rabat para tener una vida mejor en España. Sin dinero y con lo puesto se montó en una patera en una localidad a caballo entre Ceuta y Melilla, Ksar Sghir.

Dos razones son las que mueven a cientos de marroquíes cada día a dejar atrás sus países de origen para encontrar en el nuestro una mejoría en sus condiciones de vida: el malestar que se respira en Marruecos y la "buena" imagen que ofrecen aquellos que vuelven a Marruecos tras su "triunfo" por Europa.

Esta última razón fue la que motivó a Khalid Lafichar a emigrar a España. "Veía a mis amigos que volvían con coches, ropa y mucho dinero. Allí no me faltaba nada, pero podía estar mejor".

3 horas de travesía hasta llegar a Tarifa y 32 hombres en la patera. "Se me hizo una eternidad, sólo quería llegar. Además, la patera se movía muchísimo a causa de la marea y tuve que conducirla en un tramo del viaje". Hasta que la patera de Khalid llegó a Tarifa. Las costas de esta localidad gaditana están repletas de acantilados en los que se esconden las pateras, aunque la zona está muy vigilada. "Llegamos a una playa salvaje y con poca luz, aunque eso no impidió que a algunos de mis compatriotas les cogieran". Consiguió escapar.

15 días estuvo escondido entre los matorrales de una montaña cercana al lugar donde abandonó la patera. Al límite. "Comía lo que fuera, lo que fuera".


Para trasladarse a Valencia desde Tarifa con coche y con cuatro inmigrantes ilegales como él le pedían 700 euros. "Tenía claro que no iba a pagar todo ese dinero. Primero porque no lo tenía y segundo porque yo había venido a España a ganar 700 euros, no a pagarlos". Pero se montó en el coche, hasta que en un despiste del conductor y a la altura de Vélez-Rubio (Almería) se bajó del coche, sin pagar. Sin dinero pero lejos de Tarifa. Era lo importante.

Como también eran importantes aquellos que se quedaron en Rabat, su familia. "Madre, estoy vivo". Esas fueron las primeras palabras que escuchó de su hijo tras estar 23 días sin tener ninguna noticia suya. "Mi padre se enteró cuando ya me había ido. No se preocupaba tanto porque confiaba en mis posibilidades de salir hacia delante, fueran las condiciones que fueran".

Hasta que llegó a Alzira. No fue fácil. Antes estuvo trabajando como agricultor en Almería, Crevillente, Alicante, Valencia y Huelva. Sin papeles. "Alzira suponía un nuevo reto, era mi última esperanza. Si España era tal como lo había pasado en esas ciudades, iba a volver a Rabat". Ser un indocumentado era peligroso para él. Vivía con miedo.

"Tras unos cuantos meses trabajando en un lavadero de coches, mi jefe me tramitó los papeles. Y respiré tranquilo". Recaudó algo de dinero y fue mejorando poco a poco sus condiciones de vida en España, aunque seguía durmiendo en el lavadero.

Ahora, tras cinco años en nuestro país, Khalid Lafichar recuerda, con lágrimas en los ojos, una aventura que empezó un día en que se levantó soñando con una vida mejor en España. Tiene papeles, un contrato fijo y un buen trabajo. "Ahora estoy feliz. Pero no te puedes imaginar lo que es vivir así: comer de los restos de comida de un restaurante, dormir sin un techo que te proteja, no saber el idioma y estar lejos de los tuyos en un país que no es el tuyo. Es muy duro". A los dos años de residir en España, regresó a Marruecos a visitar a su familia. "La gente me veía bien, con coche, ropa y dinero. Tal y como yo había visto a aquellos en los que me fijé para emigrar a España. La diferencia es que yo no les miento, les digo la realidad. Marruecos es un país muy desigual donde no hay clase media, o eres muy rico o te mueres de hambre. El trabajo funciona por enchufe, aunque tengas estudios".

Y aquí termina un pedacito de la aventura de Khalid. Un pedacito porque ni el espacio ni el tiempo serían capaces de que escribiese las penurias que este marroquí de 31 años tuvo que pasar para hacerse un hueco en España.

Una historia que refleja otras miles de personas como él, que sufren el calvario y la esclavitud para mejorar su vida. "En la televisión aparece sólo una parte de todo lo que sufrimos en las pateras. Es un reflejo, pero la realidad es mucho más dura".

"A pesar de todo, no me arrepiento de haber venido a España. La vida es así. Se trata de seguir".

domingo, 23 de noviembre de 2008

El pulmón de Alzira


Respiro. Abro los ojos. Estamos en el paraje natural de la Murta. Apenas a unos kilómetros de la ciudad, nos encontramos con una sierra protegida por los picos y crestas del Cavall Bernat, la Creu del Cardenal y la Ratlla y el observatorio forestal de l'Ouet donde las comarcas de la Ribera Alta y Baixa quedan a nuestros pies.
La Murta y la Casella son dos de los parajes naturales más emblemáticos de la naturaleza valenciana. Y es que el paraje de la Murta tiene un microclima que favorece la aparición de especies vegetales tales como los fresnos de flor, carrascas, espino albar, madroños y bosquetes de laureles. Además de esconder entre sus valles la joya arquitectónica de la ciudad, el monasterio de los Jerónimos de Santa María de la Murta (XIV-XV), ahora en reconstrucción.




¿De qué nos sirve respirar si a todos nos falta el aire? Una iniciativa de una multinacional farmacéutica reforestó este fin de semana una hectárea de especies autóctonas como la carrasca, el lentisco y el pino. Respiro. Abro los ojos. Y allí estaba yo viendo cómo los más pequeños se disponían a plantar las semillas que los voluntarios les daban. Tal y como lo hice yo hace diez años.

Respiré tranquila cuando volví a visitar la Murta. A pesar de los años que habían pasado desde aquel día que planté el árbol, todo seguía igual. Incluso el paraje contaba con mayor vigilancia para evitar algún incidente. Me sentía orgullosa de ver cómo empresas multinacionales como Boehringer Ingelheim y Toyota se conciencian de la importancia de cuidar nuestro entorno. Y lo que es más importante, ver a los alcireños participar en iniciativas que implican mejorar el aspecto del que se ha convertido en el pulmón de Alzira.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Kilómetro Cero


120 kilómetros por hora. A-7 dirección Alzira. A lo lejos se asoma la ermita de Ntra Sra del Lluch en la cima de la Muntanyeta de Sant Salvador. Majestuosa.

Mis 50.000 razones fueron los verdaderos artífices de la construcción de esta ermita entre 1927 y 1966, que sustituyó a la del Salvador en la función de coronar Alzira. Los verdaderos artíficies, porque sin las aportaciones ciudadanas no se hubiera podido financiar la construcción de un santuario que se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad.

Esta ermita de estilo neorrománico esconde en su interior la escultura de la patrona de Alzira, la Virgen del Lluch, obra de valenciano Antonio Ballester. Así, durante las fiestas de Ntra Sra del Lluch, en septiembre, los alcireños recorren con la Virgen las principales calles de toda la ciudad terminando la procesión con una ofrenda floral y una misa en el santuario que lleva su nombre.

La pantanada de Tous en 1982 inundó por completo Alzira. La mayor desgracia natural que sufrió la ciudad, donde además de causar cuantiosos daños materiales, apagó la vida de decenas de alcireños. Tanto fue la magnitud del desastre que su Santidad el Papa Juan Pablo II y S.M. los Reyes de España acudieron al santuario (único lugar donde el agua del pantano no alcanzó) para consolar a los afectados y ver el estado en el que había quedado la población tras la inundación.


Desde el santuario podemos ver toda la ciudad y las sierras que abrazan Alzira. Hasta el Júcar. Y localidades cercanas. Un auténtico privilegio para los alcireños. Y para todos aquellos que deseen visitarla.
1 kilómetro por hora. Muntanyeta de Sant Salvador. La observo. Pero no estoy sola. Decenas de alcireños la acompañan cada día. Como yo ahora. Aunque esté a 143 kilómetros de ella y a 0 kilómetros por hora.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El paseillo de Kike Tortosa

Cambió el capote y la espada por un balón de fútbol. Dejó de pasearse por la guardería con el pasodoble de fondo para recorrer las bandas de Segunda División. Y ahora nadie le torea.

Enrique Tortosa García, “Kike Tortosa”, nació en Alzira hace 25 años. Y desde hace tres temporadas juega en el Albacete Balompié como lateral derecho.
Trabajo, constancia y sacrificio. Las claves de su éxito. Kike Tortosa se formó en las categorías inferiores de la UD Alzira hasta juveniles, donde empezó a entrenar con el primer equipo, en 2ª División B. La temporada siguiente jugó en el juvenil División de Honor del Valencia CF mientras alternaba sus convocatorias en la Selección Valenciana.
Tres temporadas disputó en Tercera División en el primer equipo de la UD Alzira y otras tres en Segunda Divisón B con el Benidorm CD. Hasta que llegó a su equipo actual, el Albacete Balompié. En 2006, firmó un contrato por dos años en el club manchego y el pasado verano renovó por uno más.

Primera cornada
Mayo de 2007. Numancia-Albacete. "Sin duda, el peor momento de mi carrera futbolística". Kike Tortosa sufrió la lesión conocida como "Tríada" (rotura del ligamento interior, menisco externo y esguince en el ligamento lateral interno) y fue operado de inmediato por el doctor Vellando en el hospital Ntra Sra del Rosario de la capital albaceteña.
"El proceso de recuperación fue muy duro, pero más duras eran mis ganas de volver a pisar un terreno de juego". Un tiempo que rompió su trayectoria profesional pero que, "te sirven para crecer como persona y valorar cosas que antes no hacías". Además contó con el apoyo de todos sus compañeros que no sólo le visitaron en el hospital si no que, "en el Carlos Belmonte, mis compañeros saltaron al terreno de juego con una camiseta en la que se podía leer, Ánimo Kike. Sabía que contaba con el apoyo de mis compañeros y de la afición, y eso es muy importante para un futbolista".
Ahora, ya recuperado de su lesión, el lateral alcireño recuerda las grandes tardes de domingo, "Un partido especial fue cuando jugué contra el Cádiz en el Ramón de Carranza, un campo histórico y un ambiente espectacular, encima estoy contento del partido que hice". Pero sigue fiel a sus raíces, "Cuando tenía 16 años debuté en el primer equipo de la UD Alzira contra el Alberic. No era un partido oficial, pero defender los colores del que había sido mi equipo toda la vida, y de mi ciudad, fue muy importante".
Y analiza la situación del Alba esta temporada, "tenemos el mejor equipo de los dos últimos años, estamos muy unidos y la afición está contenta. ¿Qué más se puede pedir?", concluye el lateral.

Y aquí termina esta tarde de toros en la que esperamos que Kike Tortosa salga por la puerta grande del Carlos Belmonte. Suerte.

martes, 11 de noviembre de 2008

Matrimonio sin hijos


Primera parada, el Júcar.
"La única preocupación era si llovería al mismo tiempo en las montañas de Cuenca. Si bajaba agua de allá, la inundación sería cosa seria. Y los curiosos hacían esfuerzos al anochecer por adivinar el color de sus aguas, temiendo verlas negruzcas, señal cierta de que venían de la otra provincia [...]", Vicente Blasco Ibáñez, Entre Naranjos (1900).

Empezar este viaje sin navegar por los recuerdos de lo que significa el Júcar para Alzira supondría ignorar la relación "matrimonial" que existe entre los dos. Una relación que, desde los orígenes, los ha unido hasta que la muerte los separe.

La ciudad, en sus orígenes, era una isla abrazada por el río. Fue por eso por lo que los árabes rodearon Al-Yazirat Suquar con las murallas, más que para protegerse de los enemigos, para prevenir las continuas crecidas del río.
El Júcar ha sido fuente de desgracias debidas a las periódicas inundaciones. Pero también de riquezas. Gracias al buen estado en el que se encontraba el río, Alzira se convirtió, y todavía lo sigue siendo, en una ciudad con importantes cultivos como la naranja, arroz y todo tipo de verduras. Además, de la pesca de anguilas puesto que, debido a su caudal, el Júcar era navegable a principios del siglo XX.

Bienvenidos a Alzira. No. No se trata de ningún cartel ni poste amarillo con el logotipo turístico de la Generalitat en lo alto. Es el Puente de Hierro. Una obra arquitectónica que se alza sobre el río desde 1919, sustituyendo el arco Era la entrada principal de la que, poco a poco, se fue convirtiendo en una de las ciudades más influyentes del entonces Reino de Valencia.

¿Y ahora?
"Nada. Ahora no queda nada de lo que, durante siglos, suposo el río para Alzira", afirma Enrique García, un agricultor jubilado que, cruzando el Puente de Hierro con su Mobilette roja granate se lamentaba por el estado actual del Júcar. "Toda mi vida ha dependido del río. Y como yo, la mayoría de alcireños. Bien por las inundaciones otoñales o por nuestro trabajo, el campo".

Lejos quedan aquellos tiempos en los que el Júcar era navegable. Aquellos tiempos en los que del Júcar se extraía arena para la construcción o se utilizaban sus cañas para la verdura. Sí, lejos. Pero Alzira y el Júcar siguen unidos. Porque, Sí Quieren.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Al-Yazirat

Atravesé con la mirada la fría habitación en la que me encontraba. Todavía quedaban restos de aquellos primeros años de la existencia de Alzira. Las murallas que, por aquel entonces habían protegido la ciudad, se habían convertido en la esencia de esta localidad del interior de la provincia de Valencia.
Con el nombre de Al-Yazirat Suquar (la isla del Júcar), fundaron los árabes la ciudad. Y ahora estaba yo mirando aquella construcción en pleno siglo XXI.

Una mirada con 50.000 razones para descubrir cada rincón de una ciudad que esconde en sus habitantes, los verdaderos protagonistas de este blog. Más allá de la política y la economía alcireña, analizaremos las inquietudes de las 50.000 personas que residen en la capital de la Ribera Alta.


Desde la mirada de los alcireños, atravesaremos cada rincón de Alzira, deteniéndonos en sus fiestas, la historia de la ciudad y su cultura. O nos adentraremos en la mirada de los alcireños más destacados (historiadores, deportistas, actores...).

Porque las cosas varían dependiendo del cristal con que se mire. Pónganse gafas. Empezamos.