miércoles, 26 de noviembre de 2008

Khalid Lafichar


Abandonó Rabat para tener una vida mejor en España. Sin dinero y con lo puesto se montó en una patera en una localidad a caballo entre Ceuta y Melilla, Ksar Sghir.

Dos razones son las que mueven a cientos de marroquíes cada día a dejar atrás sus países de origen para encontrar en el nuestro una mejoría en sus condiciones de vida: el malestar que se respira en Marruecos y la "buena" imagen que ofrecen aquellos que vuelven a Marruecos tras su "triunfo" por Europa.

Esta última razón fue la que motivó a Khalid Lafichar a emigrar a España. "Veía a mis amigos que volvían con coches, ropa y mucho dinero. Allí no me faltaba nada, pero podía estar mejor".

3 horas de travesía hasta llegar a Tarifa y 32 hombres en la patera. "Se me hizo una eternidad, sólo quería llegar. Además, la patera se movía muchísimo a causa de la marea y tuve que conducirla en un tramo del viaje". Hasta que la patera de Khalid llegó a Tarifa. Las costas de esta localidad gaditana están repletas de acantilados en los que se esconden las pateras, aunque la zona está muy vigilada. "Llegamos a una playa salvaje y con poca luz, aunque eso no impidió que a algunos de mis compatriotas les cogieran". Consiguió escapar.

15 días estuvo escondido entre los matorrales de una montaña cercana al lugar donde abandonó la patera. Al límite. "Comía lo que fuera, lo que fuera".


Para trasladarse a Valencia desde Tarifa con coche y con cuatro inmigrantes ilegales como él le pedían 700 euros. "Tenía claro que no iba a pagar todo ese dinero. Primero porque no lo tenía y segundo porque yo había venido a España a ganar 700 euros, no a pagarlos". Pero se montó en el coche, hasta que en un despiste del conductor y a la altura de Vélez-Rubio (Almería) se bajó del coche, sin pagar. Sin dinero pero lejos de Tarifa. Era lo importante.

Como también eran importantes aquellos que se quedaron en Rabat, su familia. "Madre, estoy vivo". Esas fueron las primeras palabras que escuchó de su hijo tras estar 23 días sin tener ninguna noticia suya. "Mi padre se enteró cuando ya me había ido. No se preocupaba tanto porque confiaba en mis posibilidades de salir hacia delante, fueran las condiciones que fueran".

Hasta que llegó a Alzira. No fue fácil. Antes estuvo trabajando como agricultor en Almería, Crevillente, Alicante, Valencia y Huelva. Sin papeles. "Alzira suponía un nuevo reto, era mi última esperanza. Si España era tal como lo había pasado en esas ciudades, iba a volver a Rabat". Ser un indocumentado era peligroso para él. Vivía con miedo.

"Tras unos cuantos meses trabajando en un lavadero de coches, mi jefe me tramitó los papeles. Y respiré tranquilo". Recaudó algo de dinero y fue mejorando poco a poco sus condiciones de vida en España, aunque seguía durmiendo en el lavadero.

Ahora, tras cinco años en nuestro país, Khalid Lafichar recuerda, con lágrimas en los ojos, una aventura que empezó un día en que se levantó soñando con una vida mejor en España. Tiene papeles, un contrato fijo y un buen trabajo. "Ahora estoy feliz. Pero no te puedes imaginar lo que es vivir así: comer de los restos de comida de un restaurante, dormir sin un techo que te proteja, no saber el idioma y estar lejos de los tuyos en un país que no es el tuyo. Es muy duro". A los dos años de residir en España, regresó a Marruecos a visitar a su familia. "La gente me veía bien, con coche, ropa y dinero. Tal y como yo había visto a aquellos en los que me fijé para emigrar a España. La diferencia es que yo no les miento, les digo la realidad. Marruecos es un país muy desigual donde no hay clase media, o eres muy rico o te mueres de hambre. El trabajo funciona por enchufe, aunque tengas estudios".

Y aquí termina un pedacito de la aventura de Khalid. Un pedacito porque ni el espacio ni el tiempo serían capaces de que escribiese las penurias que este marroquí de 31 años tuvo que pasar para hacerse un hueco en España.

Una historia que refleja otras miles de personas como él, que sufren el calvario y la esclavitud para mejorar su vida. "En la televisión aparece sólo una parte de todo lo que sufrimos en las pateras. Es un reflejo, pero la realidad es mucho más dura".

"A pesar de todo, no me arrepiento de haber venido a España. La vida es así. Se trata de seguir".

2 comentarios:

Ainhoa Delgado Fernández dijo...

Me ha encantado Alicia
Ahroa no tengo tiempo apra firmarte, después con más tranquilidad lo hago.
Te quierooo
Eres una campeona.

Esteban dijo...

Muy bueno Alicia, es una historia fascinante.